miércoles, 25 de febrero de 2009

…Polvo eres y en polvo te convertirás…


Porque este es el inicio del camino…

El tiempo de Cuaresma se dirige hacia la resurrección, y también a nuestra esperanza, que no se limita a esta vida, ni se detiene en nuestros límites, sino que se fundamenta en la vida eterna que nos es asegurada por Jesucristo a través de su muerte y resurrección. Representa un momento para reconocer lo pequeños que somos ante la grandeza de Aquel que nos ama, una oportunidad para dejar todo aquello que nos ata al sufrimiento y al dolor… y cuarenta días en los que podemos sentir como Dios entra en lo profundo de nosotros para limpiarnos del pecado… cuarenta días en los vamos con Cristo paso a paso, momento a momento su camino no solo a la cruz, sino la prueba de amor mas grande del la cual el mundo haya sido testigo…


La Cuaresma comienza con el miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. La ceniza era utilizada por los judíos para cubrirse cuando hacían algún sacrificio y también como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios. Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Que de alguna manera todo lo material que tengamos aquí se acaba, que todas las cosas pasan y que lo único que permanece en el espíritu que hemos sido capaces de alimentar, el amor que hemos dado a los demás, la gracia que hemos entregado, la generosidad que hemos tenido con los hermanos, el perdón que ha limpiado nuestro corazón…

El tomar ceniza no es solo un signo visible, sino uno espiritual, no nos borra nuestros pecados, la cruz sobre tu frente se borrará, la promesa de Dios siempre permanece, el compromiso de vivir este camino por cuarenta días es lo que prometemos al tomar la ceniza. El reconocer humildemente lo pequeños que somos y sentir que necesitamos de Dios es el reto. Es un momento para pensar en ¿donde estas? ¿Qué es lo que realmente quieres y necesitas? Y sobre todo es un instante para dejarte amar por Dios y dejarlo entrar en tu vida.


Hoy, Jesús no solamente te da el regalo de la salvación a través de su muerte y su resurrección, sino que te invita a vivirlo a su lado.



¿Aceptas el reto?


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