"Los jóvenes son la esperanza del futuro", es muy común que escuchemos esta frase todos los día y al hacerlo veamos el futuro como algo lejano o que no sucederá pronto. Lo cierto es que cada uno de nosotros tenemos una meta, un sueño o un ideal por el cual seguir adelante. Todos queremos conseguir y lograr algo en nuestras vidas, algo que nos haga diferentes y auténticos. Pero, ¿cómo es que nos preparamos para conseguir eso por lo cuál luchamos? Cuando nos preparamos a recibir algo, estamos deseosos porque ese momento o evento llegué, pensamos en cada detalle, en cada situación para que todo resulte perfecto y vivimos pensando en cual será nuestro sentir cuando ese momento tan anhelado se haga verdadero. Todo eso pasa cuando nosotros somos los que esperamos, nos preparamos y luchamos por eso tan especial... Sabes hay alguien que también espera lo mismo de ti. Alguien que espera que lo recibas con los abrazos y el corazón abiertos, alguien que desea ser la luz que te guíe en la oscuridad, alguien que desea que le ofrezcas un pequeño espacio en tu vida, alguien que quiere vivir en ti...ese alguien es Jesús.
Todos sabemos la fecha de su nacimiento, pero muy pocos nos preparamos para recibirlo. Tal vez nos preparemos para la cena, los regalos, las fiestas, pero no para tener el corazón limpio y darle la bienvenida. Grande es la esperanza que Él pone en cada uno de nosotros, ¿Qué es lo que hacemos nosotros para recibirlo? A veces podemos pensar que somos pequeños y que no tenemos nada que ofrecer al Rey de Reyes, al Dios que se hizo hombre y habitó entre nosotros, pero hay muchas cosas que el espera de ti: tu juventud para ofrecerla a su servicio, tus ganas de demostrar tu fe , tu energía para ayudar, tu talento para escribir, tu voz para cantar, tus piernas para correr, tu música para evangelizar, tu corazón para amar...
Hoy debemos estar alertas y prepararnos para el encuentro, un encuentro entre Jesús y yo solamente. Prendamos la vela que nos dará luz, para poder abrirle la puerta y recibirlo. Que este tiempo de ADVIENTO(4 semanas anteriores a la Navidad) lo podamos vivir con una actitud profunda. Tomar este momento para liberarnos del ruido, de las cosas que tenemos que no necesitamos, para que su Reino viva en nosotros, un Reino que no es algo social o externo, sino interno y profundo. Esta es la oportunidad de mirar al pasado, para recordar el nacimiento de la luz en un lugar llamado Belén; donde Dios se hizo hombre entre los hombres, se hizo pobre entre los pobres. Para mostrarnos que el amor sobre una cruz, puede hacer nuevas todas las cosas. También podemos vivir el presente para ver como es la “presencia de Dios” en nosotros y nuestras familias. Pensar en el futuro, esperando la segunda venida de Cristo, cuando la muerte hay sido vencida, cuando el dolor haya desaparecido y cuando sola fe haya permanecido.
Muchas personas no se darán cuenta de que Él esta entre nosotros, permanecerán dormidas para no escuchar, pero tú tienes la decisión de vivir una navidad de acuerdo a la sociedad consumismo y despreocupación donde lo único que vale es ser mejor y vivir el momento, o vivir una navidad de servicio sin esperar nada a cambio, donde la única recompensa sea la espera del amor, la espera del Salvador.